El proyecto se desarrolla en un esquema compuesto por tres bloques
idénticos en dimensiones, pero con funciones diferenciadas: social, privado y
servicios. Entre ellos, patios intermedios generan fluidez espacial y favorecen
la ventilación natural. Los planos horizontales y terrazas integran lo
construido con el entorno tropical, difuminando los límites entre interior y
exterior.
Con 15 metros de frente, la disposición en distintos niveles busca
maximizar las visuales al mar y optimizar la ventilación cruzada. La
orientación capta la brisa marina, mientras los patios interiores actúan como
reguladores bioclimáticos, ofreciendo espacios sombreados y frescos.
La edificación se eleva sobre el terreno, permitiendo el libre paso de
flora y fauna, así como del mar en caso de contingencia ambiental. Esta
estrategia minimiza la huella ecológica y transmite ligereza, haciendo que los
volúmenes parezcan flotar sobre el paisaje. Los bloques se conectan mediante
decks de madera de cumarú con estructura de troncos de zapote, que inician en
la cochera y culminan en una terraza hacia el mar.
Constructivamente, cada bloque se compone de cuatro muros de concreto
estratégicamente ubicados y un núcleo central para la circulación vertical. Una
innovación particular de este proyecto fue la utilización de losas alveolares
no solo como sistema de losas, sino también como estructura de los muros,
aprovechando sus cavidades para ocultar instalaciones, logrando así una
tectónica singular al dejar aparente la totalidad de la estructura de muros,
losas, cadenas y castillos, lo que aporta una expresión honesta al sistema
constructivo. Por lo mismo los materiales son concreto, madera y cristal.
Los elementos no estructurales son de madera de cedro, resistente al
ambiente marino y generadora de calidez en contraste con el concreto expuesto.
La propuesta integra innovación constructiva y respeto ambiental,
creando espacios que respetan el contexto y priorizando confort climático,
ligereza visual y sostenibilidad.